viernes, 7 de agosto de 2009

The Second Life: un mundo donde siempre es sábado

Este texto aparecio en una revista méxica muy "cool" dedicada a moda y tendencias; lo escribí a pedido de la editora luego que un periodista que habia prometido tratar el tema desapareció misteriosamente; la revista lo publicó y luego del agradecimiento, la editora se negó a pagarme; una costumbre, según comprobe posteriormente, que esta editora "coool" suele tener con sus colaboradores cercanos a los que explota y luego reemplaza.

Avivadas del negocio que yo prefiero llamar por su nombre: miserias.

Un amigo me invita a conocer su alter-ego virtual. Le digo que no pero insiste. “Es increíble”, me repite, “Increíble. Cuando lo veas no lo vas a poder creer”. Finalmente me convence.
Se sienta frente a la computadora y me muestra su otro Yo: alto, atlético, bien vestido, atractivo, lleno de músculos, sin nada de grasa.
-Acá todo es real, físico, no como en el chat donde no ves con quien hablas y es pura histeria. Acá adentro, (me grafica, tocando el monitor, como si quisiera traspasar la pantalla y entrar) tengo novia, -la veo, una rubia alta y exuberante que me recuerda a Ana Nicole Smith-, casa, auto y trabajo. Es otra vida. Hasta un helicóptero puedo comprar si quiero, no se, dos casas, una isla, lo que se te ocurra... ¡lo que se te ocurra!
Mientras me lo dice, actúa como un pequeño y caprichoso dios:
-¡Hasta puedo volar! –y me muestra como se eleva su personaje- ¿Entendes? Acá adentro no hay limites.
“Acá adentro” es “Second Life” (www.secondlife.com), un mundo virtual creado por la empresa Linden Lab en el 2003 al que cualquier persona con Internet puede entrar gratis (al menos, por ahora) para construir su propio personaje -llamado avatar- con las medidas y el nombre que quiera.
Es muy fácil, dice mi amigo y me explica: primero hay que bajar el software e instalarlo en la computadora; luego se llena un formulario y se elige el look del personaje. “Second Life” incluso ofrece “modelos básicos” para ayudar a los usuarios nuevos.
“Es mejor que no se note que uno es latino” me explica. Por eso él usa el apellido de un cantante de rock combinado con un nombre neutro.
Si lo encontrara en “Second Life” posiblemente no lo reconocería: ni el aspecto ni el apellido me lo recuerdan -mi amigo es de mediana estatura, pelo corto y flaco, muy diferente a su atlético y tan americano Avatar-, pero ese es el truco que hace tan atractivo al juego: ser otro en un universo “puro” donde el sexo no es peligroso, los hombres pueden volar y el medio ambiente es manipulable.
“Tu mundo, tu imaginación” promete el slogan de la empresa. En una palabra: todo es posible en este prístino jardín del edén virtual donde el usuario puede repetir su vida hasta el mas mínimo detalle sin correr riesgos. Como dice Phillip Rosedale, presidente de Linden Lab, “un mundo mejor que el real en varios aspectos”.
El entorno favorece esa fantasía de suplantar una realidad por otra: el avatar compra cosas –empresas como Adidas y Reebok tienen oficinas virtuales para vestir a los personajes-, come, conoce gente, trabaja y, lo más popular, tiene sexo “seguro”.
Incluso puede contraer matrimonio.
Le cuento a mi amigo que hace poco leí que un argentino se caso virtualmente con una española. Me acuerdo del nombre de su personaje: Papalopulus Kobolowski.
Mi amigo no se sorprende con la noticia (no es tan raro como a vos te parece, me dice) y prefiere mostrarme el lugar: hay clubes, prostibulos, tiendas, cines, playas, iglesias, universidades, bancos, foros y oficinas de propaganda política.
La moneda oficial es el “linden”, que cotiza en dólares, lo que, al valor de cambio actual, le complica la vida a los latinoamericanos; aunque, me aclara mi amigo, varios de sus conocidos ganan dinero prestando servicios.
En “Second Life”, el usuario tiene la propiedad intelectual sobre los productos que crea o puede cobrar por el trabajo que hace. Ese dinero virtual -y eso hace tan atractivo el juego- se puede cambiar luego por dólares verdaderos, dinero del mundo real.
Una mujer, Anshe Chung, profesora de lenguas en China, fue tapa del Business Week al ganar 250.000 dólares reales como agente inmobiliaria.
-Ya sabia -me dice mi amigo cuando se lo comento.
-¿Y como te enteraste? -le pregunto.
-Salió en uno de los diarios de acá. Ahí te enteras de todo.
Los oficios en “Second Life” son tan variados como los del mundo real y la posibilidad de ganar dinero hace que Coca Cola y MTV quieran ocupar un lugar antes que sus competidoras.
Una agencia de publicidad puede, por ejemplo, comprar una isla para publicitarse, por unos 1.250 dólares.
-Hasta hay protestas -me dice mi amigo. Y recuerda cuando lo invitaron a participar en una marcha contra la oficina virtual del derechista Jean-Marie Le Pen-. LLevaban pancartas con dibujos de Hitler, cosas así. Creo que al final lo obligaron a mudarse pero no estoy seguro.
En “Second Life” los crímenes y las peleas son raras. Según un estudio de la Universidad de Stanford, la mayoría de las personas respetan las reglas sociales de su vida “normal” cuando ingresan al mundo virtual. El sistema puede penalizar a un Avatar si entra sin permiso a la casa de otro, por ejemplo, pero los grandes castigos los reservan para cualquier hacker que intente atacarlos. Los problemas más graves suelen ser legales: al dar a sus miembros derechos de propiedad intelectual sobre las cosas que crean y permitirles venderlas o cambiarlas por dinero, aumentaron las demandas entre usuarios, lo que facilito la entrada de abogados que ayudan a redactar contratos para proteger a sus clientes en sus operaciones de compraventa.
“Hoy todos los diarios hablan de eso y las denuncias que hizo el FBI por las apuestas ilegales y la evasión de impuestos. Pero también hay otras cosas”, dice mi amigo: “nadie cuenta que Suecia esta abriendo una embajada o que Duran Duran creo sus propios avatares y dio un recital”.
“¿Y vos los viste?”, le pregunto.
“No, no me gustan. Pero esas son cosas que también pasan acá adentro, ¿me entendes? Solo que la gente no se entera. Siempre prefieren hablar de lo mismo: que hay sexo, que la gente juega, que se gana mucha plata, porque son temas que venden y se olvidan del resto: de toda la gente que no molesta a nadie y la pasa bien. Gente común, como vos y como yo”.
Me acuerdo de eso mientras voy para mi casa. Me acuerdo de eso y de Dick. Porque aunque el creador de “Second Life”, Cory Ondrejka, dice que se baso en la novela “Snow Crash” (1993) de Neal Stephenson y su universo virtual generado por computadoras donde los usuarios pueden crear sus propios cuerpos e interactuar entre si, Dick, me parece, esta más cerca de esta nueva realidad paralela.
Philik K. Dick, (conocido por su novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” filmada por Ridley Scott como “Blade Runner”), escribió, en 1963, un cuento llamado “Los días de preciosa Pat” donde los sobrevivientes de una Tierra devastada viven en madrigueras y juegan con pequeñas muñecas equivalentes a la Barbie llamadas Preciosa Pat y Connie Compañera en escenarios que intentan describir, con un detalle absoluto, la vida de la Tierra antes de la guerra.
En la novela “Los tres estigmas de Palmer Eldritch” (1965), una ampliación del cuento, Dick cambia el escenario: ahora son los colonos humanos quienes, obligados a vivir en Marte, -un planeta gris arenoso y yermo, moribundo-, intentan escapar con sus muñecas Perky Pat; pero esa vez no usan la imaginación, sino una droga, la Can-Di, que les permite “el instante casi sagrado en que los accesorios miniaturizados dejaban de representar la Tierra para convertirse en la Tierra. El y los otros, fusionados bajo los efectos de la Can-Di en un mundo de muñecas, eran transportados fuera del tiempo y el espacio”.
Y pienso en mi amigo y sus compañeros. No hay lógica directa que me lleve a ese pensamiento pero ahí esta. Ellos también se evaden de una realidad a otra más satisfactoria y plena donde, como escribió Dick, “siempre es sábado”.

1 comentario:

  1. Si te interesa Dick, hay una página oficial muy buena sobre él, que manejan los hijos
    http://www.philipkdick.com/aa_intro-sp.html

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