viernes, 28 de agosto de 2009

El efecto Borges


La relación entre Jorge Luis Borges y Juan Perón siempre fue conflictiva: Borges ataco persistentemente a la pareja gobernante, evitando llamarlos por sus nombres: para él, eran “el tirano prófugo” y “esa mujer”, su gobierno había sido “oprobioso” y sus simpatizantes “no eran buenos ni malos, sino incorregibles”; Perón descubrió a Borges en 1960, cuando se volvió famoso y, hábil para hacerse publicidad, lo llamó despectivamente “ese viejito ciego” aunque él había nacido en 1895 y Borges cuatro años después, en 1899.
Muertos, ambos siguen funcionando como una manera de entender a Argentina y sus contradicciones internas: esa larga suma de cosas imposibles que, por alguna ley de improbabilidad histórica, no solo suceden sino que se repiten a lo largo del tiempo sin que nadie aprenda nada de ellas.
Si el culto a Perón y la repetición de sus peores tics convertidos en “viveza criolla” hace que sea imposible, a más de treinta años de su muerte, pensar la Argentina sin él como ideólogo pragmático de todos los políticos que lo siguieron (sean peronistas o no), la obra de Borges traduce y sintetiza lo que sucede en historias redondas con mensaje final incluido.
“La pagoda de Babel” de G. K. Chesterton, por ejemplo, uno de los cuentos que Borges eligió, junto a Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, para su “Antología de la Literatura Fantástica” de 1941, sirve como perfecta parábola del intento de Néstor Kirchner por acumular poder de forma obsesiva, en una carrera política que empezó hace mas de veinte años, cuando fue elegido intendente de su ciudad y que termino abruptamente en el 2008, cuando su enfrentamiento irracional con el campo hizo que el apoyo publico que había conseguido hasta ese momento (cercano al 60%) se evaporara por su incapacidad de entender que los demás podían tener razón y que la fuerza no da todos los derechos.
Néstor pensaba que, si conseguía derrotar a los campesinos que se oponían a sus medidas autoritarias (quería, confesó, “ponerlos de rodillas”), ya nada podría detenerlo y, sin enemigos a la vista, podría inaugurar una reelección indefinida junto a su mujer, intercambiándose cada cuatro años la presidencia: una vez él, otra vez ella, hasta que alguno de sus hijos tuviera la edad suficiente para reemplazarlos.
Aunque, como escribió el propio Borges, “nadie sabe en qué imágenes lo traducirá el porvenir”, Néstor seguramente podría verse hoy, a un año de su derrota en el intento de imponer las retenciones y a un mes de las elecciones legislativas donde siete de cada diez argentinos votaron en su contra, como el personaje de “La pagoda de Babel”: un hombre que, por culpa de su ambición, cae interminablemente tras haberse elevado hasta lo mas alto de la política argentina (“Aladino quería una torre que rebasara el cielo, y se elevara encima y siguiera elevándose para siempre. Y Dios la fulminó, y la hundió en la tierra abriendo interminablemente un agujero, hasta que hizo un pozo sin fondo, como era la torre sin techo. Y por esa invertida torre de oscuridad, el alma de! soberbio Sultán se desmorona para siempre”).
Las sucesivas derrotas de los K desde el 2008 no han impedido que Néstor siga insistiendo con mantenerse en el poder cueste lo que cueste, usando los generosos fondos oficiales que deberia manejar su mujer para intentar reconstruir su poder perdido: los rumores dicen que si no consigue ser candidato a la presidencia en el 2011 lanzara su candidatura a la gobernación por Buenos Aires y, si eso tampoco sucede, volvera a Santa Cruz, “su lugar en el mundo”, para disfrutar los beneficios de la política distributiva que pregonan sus amigos progresistas en los medios y que le permitio, en un verdadero acto de magia, acumular, en apenas seis años, un patrimonio de 8,67 millones de euros: cinco veces lo que tenia cuando asumio como presidente en el 2003.En ese exilio dorado, los K se recriminaran mutuamente el porque de su caida, sin imaginar que Borges, un escritor al que ambos evitan cuidadosamente mencionar, hablo elipticamente de ellos hace más de sesenta años y predijo exactamente su futuro.

1 comentario:

  1. Borges fue un viejo reaccionario, como sabe cualquiera que haya leido a Jauretche. Su resentimiento por ser hijo de una familia de clase alta venida a menos era tan grande que se paso la vida escribiendo cuentitos para halagar a los ricos que podian servirle como promotores, gente como Victoria Ocampo, otra terrateniente podrida en la plata que le saco su familia a los indios.

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